Lo primero será evaluar la historia clínica del paciente, conocer los factores de riesgo a los que está expuesto y realizar una exploración física y neurológica. En algunos pacientes será necesario realizar:
- Análisis de sangre y orina, para valorar la presencia de ciertos marcadores hormonales.
- Pruebas de diagnóstico por imagen, como puede ser una tomografía computarizada (TAC), una tomografía por emisión de positrones o una resonancia magnética (RM). Estas no aportan datos diagnósticos, pero nos ayudan a descartar otras posibilidades de sintomatología similar, como son una hidrocefalia, un tumor cerebral o un problema cerebrovascular. Además, también nos informan de la funcionalidad general del cerebro del paciente.
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| RM comparativa entre una persona sana y un paciente que padece Parkinson. |
- Exámenes neurofisiológicos, como puede ser el análisis de los reflejos troncocerebrales, el análisis del sistema nervioso autónomo (SNA) o la evaluación de la fuerza, características y frecuencia de los temblores.
Lo más importante es establecer una clara diferencia entre el diagnóstico de un caso de Párkinson, y el de otras enfermedades y trastornos que puedan poseer como síntoma el parkinsonismo, ya que este es secundario a otra dolencia y no es un trastorno en sí.
Aquí os dejo un vídeo que explica más detalladamente el procedimiento del diagnóstico del Párkinson: