Si el paciente presenta algún síntoma o indicio de que pueda tener el colon afectado, procederemos a realizar una serie de pruebas para determinar su diagnóstico. Lo primero, como siempre, será conocer su historia clínica y realizar la exploración física. Luego, haremos las siguientes pruebas:
- Análisis de sangre y orina, para conocer el estado general de la persona y detectar posibles complicaciones asociadas.
- Tacto rectal. Se trata de la exploración del ano y el recto, introduciendo un dedo a través del orificio anal. Su objetivo es detectar posibles alteraciones en sus paredes a través de la palpación.
- Colonoscopia. Esta prueba consiste en introducir un endoscopio (tubo largo y flexible) a través del ano, con una cámara y una luz que nos proporcionan imágenes del colon. Para realizarla, es necesario que durante dos o tres días antes el paciente consuma laxantes para limpiar la zona a observar. El paciente también estará sedado durante la realización del examen, de forma que no sienta ninguna molestia por la distensión del intestino grueso.
- Biopsia. Si observamos alguna lesión sospechosa durante la realización de la colonoscopia, procederemos a extraer una muestra del tejido con el propio colonoscopio. Luego, esta muestra será analizada por un anatomopatólogo, que observará la presencia o no de células tumorales en ella, confirmando o descartando el diagnóstico.