Iniciaremos el diagnóstico una vez más con un examen físico. Mediremos la altura del paciente, y le pediremos que se doble hacia delante, para poder observar el trazado de su columna vertebral. Valoraremos la presencia de alguna irregularidad o deformidad en ella, ya que si el paciente con cifosis presenta un redondeo en la parte superior de la espalda más pronunciado.
Otro aspecto importante a valorar en esta exploración será el grado de afectación neurológica. Comprobaremos sus reflejos y fuerza muscular, golpeando las articulaciones afectadas con un martillo de reflejos, y obligando al paciente a mover el músculo a estudio oponiéndole resistencia.
PRUEBAS DE IMAGEN.
Estas dependerán de los signos y síntomas que presente el paciente. Entre ellas, destacan:
- Rayos X: ayudarán a determinar una posible deformidad en las vértebras y el grado de curvatura de la columna vertebral, determinando así el tipo de cifosis.
- Tomografía axial computarizada (TAC): si necesitamos obtener datos con más exactitud, realizaremos esta prueba. Nos proporcionará imágenes de cortes transversales de los órganos y estructuras del paciente. Aquí tenemos un ejemplo:
- Resonancia magnética: si en las pruebas anteriores observamos alguna lesión sospechosa de ser tumoral o infecciosa, pasaremos a realizar esta prueba. Con ella obtendremos imágenes detalladas de las estructuras óseas y tejidos blandos del organismo del paciente.
PRUEBAS NERVIOSAS
Si el paciente presenta debilidad muscular, procederemos a realizar varias pruebas que nos ayudarán a determinar la afectación de los impulsos nerviosos presentes entre su médula espinal y sus brazos y piernas.
PRUEBAS DE FUNCIÓN PULMONAR
En el caso de que la enfermedad se encuentre en un estadío avanzado y sea grave, será importante comprobar si interfiere en la función respiratoria del paciente. Este realizará pruebas que miden la cantidad de aire que pueden contener sus pulmones, y la velocidad con que se expulsa. La prueba más importante será la espirometría.