Tras saber si el paciente presenta algún síntoma que pueda relacionarse con la próstata, el diagnóstico se centrará en dos pruebas: el tacto rectal y la determinación de los niveles de antígeno prostático específico (PSA).
Tacto rectal
La próstata se sitúa anatómicamente próxima al recto, por lo que resulta fácil acceder a ella a través del ano. Se trata de una exploración simple, sin ningún tipo de tecnología específica. Consiste en introducir un dedo, cubierto por un guante y lubricado, a través del orificio anal del paciente. Así podremos palpar la superficie de la próstata que se sitúa anteriormente al recto.
Esto puede resultar un tanto incómodo para el paciente, pero no es en absoluto dolorosa. Tiene una duración corta, y proporciona gran información sobre el caso a estudio. Prestaremos especial atención a estas posibles alteraciones:
- Aumento de la consistencia de la superficie de una zona localizada de la próstata.
- Palpación muy dolorosa.
- Nódulos o irregularidades.
- Alteración de sus bordes.
La palpación rectal puede ser normal, pero también puede darse el caso de que el foco cancerígeno no sea palpable, bien por su pequeño tamaño o por su localización.
Antígeno prostático específico (PSA).
Esta es una proteína generada principalmente en altas concentraciones en la próstata, junto con el semen. Su finalidad es permitir la movilidad de los espermatozoides, haciendo que el semen sea más diluído. Una pequeña cantidad de PSA se encuentra en la sangre, por lo que se puede detectar mediante una muestra de sangre y un pequeño test en el laboratorio.
Esta es la prueba más útil para la determinación de la sospecha de un posible cáncer de próstata, con un gran valor predictivo. En ausencia de cáncer, estos valores pueden variar por la edad del paciente o por su volumen prostático. Cuán mayores son estos factores, mayores son los niveles de PSA sin la presencia de cáncer. También existen una serie de circunstancias que pueden alterar los valores normales de esta proteína:
- Masaje prostático.
- Ecografía transrectal previa.
- Tacto rectal previo.
- Infección de próstata.
- Retención urinaria.
- Biopsia prostática, etc.
Unos niveles de PSA normales no excluyen totalmente la posibilidad de que exista tal enfermedad, ya que hay un pequeño porcentaje de casos que no elevan el PSA. Si se produce el caso, realizaremos otra revisión pasado un tiempo (generalmente, un año).
Si existen claramente anomalías en estas dos pruebas, realizaremos también una ecografía transrectal. Con ella podremos visualizar las vesículas seminales y la próstata mediante la emisión de ultrasonidos. Introduciremos una sonda emisora a través del orificio anal, que llegará hasta la zona en la que hemos palpado la próstata, de la siguiente forma:
El resultado será este:
Otra prueba que realizaremos será una biopsia de próstata. Esta será la prueba determinante del diagnóstico del cáncer de próstata. Con la ayuda del ecógrafo transrectal, obtendremos una muestra de células del tejido prostático para analizarlas con el microscopio, y observar si existen en él células cancerígenas. Puede generar algunas complicaciones (infección de orina, hemorragia, retención urinaria...), pero con ella confirmaremos o no el caso, y daremos por finalizado nuestro diagnóstico.