Si nos encontramos ante un paciente con fiebre persistente sin que exista un foco aparente de infección, debemos sospechar inmediatamente de una posible endocarditis. Sobre todo si a ello también se asocian un proceso de soplos u otros posibles síntomas cardíacos, o si la persona sufre cardiopatías que podrían predisponer a la endocarditis.
Lo primero que debemos hacer es observar la presencia del microorganismo patógeno en la sangre, y ver si existen vegetaciones en las válvulas cardíacas o en sus alrededores.
Para ello realizaremos hemocultivos. Estos son pequeñas recolecciones de sangre del paciente recogidas en condiciones especiales que favorecen el crecimiento del microorganismo. Además de detectarlo, con este método podremos seleccionar el tratamiento más adecuado para el caso en concreto.
Ecocardiograma transtorácico. |
Por otra parte, para detectar las vegetaciones emplearemos técnicas de imagen cardiaca. Normalmente se realizza primero un ecocardiograma transtorácico (es decir, desde el exterior del tórax). Es posible que esta prueba no muestre las vegetaciones, o produzca imágenes un tanto confusas, por lo que si poseemos una alta sospecha podríamos contemplar otras opciones. Una de ellas sería realizar un ecocardiograma transesofágico, que consiste en introducir un tubo por la boca hasta el esófago y obtener así imágenes a tiempo real, aunque resultaría más agresivo para el paciente.
El electrocardiograma no sólo nos servirá para realizar el diagnóstico, sino que también aporta datos sobre el estado de la válvula a la que afecta esta enfermedad y del funcionamiento general del corazón.