Esta enfermedad suele estar asociada a una infección vírica de poca importancia, que normalmente se cura por sí sola en 4 o 5 días. En este caso no sería necesaria la realización de pruebas, a no ser que se produzca alguna epidemia, ya que tendríamos que recoger muestras de mucosa faríngea para analizarlas y detectar el virus de la gripe A o B. Si se produce una mala evolución de los pacientes, podríamos realizar también una radiografía de tórax para poder descartar la posibilidad de que sea una neumonía.
En el diagnóstico de una bronquitis crónica es muy importante revisar la historia clínica del paciente. Preguntaremos desde cuándo tiene tos con producción de moco, si tiene dificultad para respirar u opresión en el pecho, si fuma o si ha estado expuesto a algún vapor irritante.
En este caso sí realizaremos una radiografía de tórax, para ver si el problema ha afectado a los pulmones, o para saber si se ha originado en ellos. También podremos realizar un análisis de sangre, que nos descartará otras posibles patologías de etiología pulmonar o cardíaca con sintomatología similar a la de la bronquitis
Una pulsioximetría o una gasometría arterial podrían sernos útiles a la hora de realizar este diagnóstico. Miden la cantidad de oxígeno presente en la sangre, lo cual puede ser un claro indicador de que el intercambio de gases en los bronquios no se está realizando correctamente.
Por último, para determinar cuán afectada se encuentra la función respiratoria, realizaremos una espirometría. Esta prueba nos servirá para medir la cantidad de aire expulsado en una espiración, y la velocidad con la que sale. Ayuda a medir la capacidad pulmonar del paciente, y también determina la severidad de su enfermedad. Aquí os dejo un vídeo que explica cómo poder interpretar los resultados de esta prueba: