Para realizar el diagnóstico de esta enfermedad, el médico recogerá los datos clínicos y le realizará las exploraciones pertinentes al paciente. Luego, el paciente hará una serie de pruebas según el área de sospecha, las cuales son totalmente imprescindibles para descartar otros posibles trastornos.
Lo primero será realizar una analítica sanguínea, con el fin de detectar una posible alteración de la sangre o del metabolismo (anemia, déficit de alguna proteína, déficit de minerales...). Esta también sirve para valorar el estado en el que se encuentra la enfermedad. Así, en un período de brote activo, podríamos ver una serie de alteraciones propias de cualquier proceso inflamatorio (mayor número de leucocitos, plaquetas, proteína C reactiva...).
Para poder distinguir esta enfermedad de otros trastornos intestinales inflamatorios (como por ejemplo, la colitis ulcerosa), debemos observar la presencia de un gran número de anticuerpos anti-Sacharomyces positivos en la analítica, sobre todo si la biopsia no es del todo clara. También cabe valorar la posibilidad de la presencia del virus de tuberculosis y hepatitis B y C en el organismo afectado, por lo que también realizaremos las pruebas pertinentes.
Tránsito intestinal |
Por otra parte, las pruebas radiológicas también son empleadas para observar posibles lesiones, como úlceras y zonas de obstrucción, y valorar así su intensidad. En el caso del intestino delgado, realizaremos un tránsito intestinal (obtención de imágenes radiológicas del tracto digestivo mediante el empleo de rayos X y un contraste opaco, generalmente papilla). También son empleadas otras pruebas mayores, como por ejemplo la resonancia magnética, la gammagrafía con leucocitos marcados o la ecografía.
En el caso del intestino grueso, el mejor y más cómodo método de diagnóstico es la endoscopia (exploración visual del intestino), para así poder valorar el estado de la mucosa intestinal. Además, una ventaja más de este método es que también permite realizar biopsias para analizar posteriormente.
El avance de la ciencia médica ha permitido que desde no hace muchos años, exista una alternativa a esta prueba: la cápsula endoscópica. Esta permite que, en caso de que no se haya encontrado ningún tramo intestinal afectado, podamos recorrer el tubo digestivo obteniendo imágenes de todo su trayecto, que son enviadas a otro dispositivo y almacenadas en él. Esta prueba resulta mucho más cómoda para el paciente, pero no permite la obtención de biopsias.
Resonancia magnética |